El 31 de enero de 1865, la Cámara de Representantes de los EE.UU. aprobó lo que se convertiría en la XIII Enmienda a la Constitución, aboliendo la esclavitud y la servidumbre involuntaria excepto como castigo para un delito. Como fue retratado vívidamente en la película de Steven Spielberg de 2012, fue la mayor victoria legislativa de Abraham Lincoln. Una vez ratificada por el número requerido de estados, llevaría las políticas y las prácticas de la nación un gran paso más cerca de igualar los ideales de la libertad y la igualdad propugnados en la Declaración de la Independencia; tomando prestado el lenguaje del presidente en Gettysburg, señalaría un “nuevo nacimiento de la libertad”. De hecho, la ratificación sucedería rápidamente, antes de fin de año, pero lamentablemente para Lincoln, esto sería ocho meses después de su prematura muerte.
Que la enmienda constitucional que lleva el número trece resultó ser una tan ‘afortunada’ para el futuro del país, ¡es aún más extraordinario dado que muy bien podría haber sido todo lo contrario! Apenas cuatro años antes, con la amenaza de guerra civil en el aire, una muy diferente XIII Enmienda fue aprobada por el Congreso en un último intento de apaciguar al sur y evitar la guerra. Si hubiera sido ratificado por los estados, es probable que hubiera resultado de haber sido una ocurrencia bastante desafortunada en la historia de la nación, un ‘beso de la muerte’ (sentencia de muerte) a la libertad y a la igualdad.
Esta anterior enmienda propuesta, aprobada por el Congreso solamente dos días antes de que Lincoln jurara su cargo como presidente, expuso: “No se hará ninguna enmienda a la Constitución que autorizará o dará al Congreso el poder para abolir o interferir, en cualquier estado, con las instituciones domésticas del mismo, incluyendo la de las personas sujetas a mano de obra o servicio por las leyes de dicho estado”. Por supuesto, en 1861 todos entendían perfectamente que esto se refería específicamente a la ‘institución peculiar’ del Sur, la de la esclavitud humana.
De hecho, Lincoln dio su aprobación tácita a esta enmienda propuesta en su discurso inaugural: “considerando que tal disposición es ahora un derecho constitucional implícito, no tengo ninguna objeción a que esté hecho explícito e irrevocable”. Sin duda, el nuevo Presidente esperaba que podría evitar el derramamiento de sangre, y aún más, que algún día el Sur todavía aboliría la esclavitud por su propia cuenta. No obstante, éste y todos los demás intentos de una solución pacífica al asunto de la esclavitud pronto serían arrastrados por el inicio de la Guerra Civil.
Curiosamente, esta anterior XIII Enmienda propuesta – la desafortunada que habría atrincherado aún más la esclavitud en el sistema americano – está técnicamente todavía pendiente ante los estados, ya que esto era antes de que el Congreso pusiera ‘fechas de caducidad’ a las enmiendas propuestas. Por supuesto, esto es más o menos una cuestión puramente intelectual ahora puesto que entraría en conflicto con la actual XIII Enmienda, la afortunada que abolió la esclavitud.
La XIII Enmienda real, por cierto, era notable por ser la primera en cambiar radicalmente algún aspecto de la Constitución. De hecho, algunos se habían opuesto a ella por esa misma razón, ¡argumentando que era más revolución que enmienda! Dio la vuelta por completo a una disposición muy importante en la Constitución: en lugar de proteger a la esclavitud, la Constitución ahora la prohibió. En marcado contraste, las diez primeras enmiendas, la Carta de Derechos, simplemente hicieron explícitos ciertos derechos que muchos de los redactores de la Constitución sentían que ya fueron garantizados de forma implícita, y la XI y la XII Enmiendas servían mayormente para aclarar o perfeccionar algunas disposiciones a la luz de asuntos prácticos y decisiones judiciales.
Otros habían opuesto a la XII Enmienda, o lo que es más, a cualesquiera nuevas enmiendas, porque para ese momento se consideraba la Constitución cada vez más como un texto sagrado y ya perfecto. No había habido una enmienda exitosa en más de sesenta años, todavía el intervalo más largo entre enmiendas. Además, el número doce se considera como indicio de la plenitud y la perfección, mientras que el número trece destruye esa integridad y perfección.
Por lo tanto, la propuesta XIII Enmienda tenía mucho en su contra, así que Lincoln no se arriesgó en nada. Firmó la enmienda, algo que no se requiere, así como el Presidente Buchanan había firmado la anterior propuesta cuatro años antes; de hecho, la XIII Enmienda sigue siendo la única enmienda ratificada jamás firmada por un presidente. Más significativamente, a pesar de que podría haber puesto en peligro la supervivencia de la enmienda, Lincoln insistió en que los estados del sur fueran parte del proceso de ratificación para que sea “indiscutible e incuestionable”.
Lincoln sabía que la abolición total de la esclavitud, si finalmente se logró, sería su legado a la historia. Su Proclamación de la Emancipación hace dos años había sido un buen comienzo, pero fue una medida de guerra y podría ser fácilmente revocada en el futuro. Esta enmienda constitucional sería la solución permanente. Como le dijo a una multitud el mismo día en que fue enviada a los estados para su ratificación: “Esta enmienda es un ‘remedio del rey’ para todos los males. Da por terminado todo el asunto.” Podemos estar agradecidos por el papel vital del Gran Emancipador en ‘dando por terminado todo el asunto’ y finalmente librando a la nación del azote de la esclavitud.
Una nota final: Que conste que el primer estado en ratificar la afortunada XIII Enmienda – y en el mismo día en que fue presentada a los estados para su consideración – no era otro que Illinois, el estado adoptivo de Lincoln. Tal vez su gente se sentía un poco culpable de que había sido uno de solamente tres estados que había ratificado la anterior desafortunada enmienda, ¡y el único de estos tres que no la había rescindido!
el 31 de enero de 2016