A medida que los estadounidenses han celebrado el Día de acción de gracias en los últimos años, se han visto cada vez más sujetos a preguntas inquietantes sobre los orígenes y el propósito de la festividad (sin mencionar las consecuencias adversas como el calentamiento global debido a tanto viajar). Les han dicho que es hora de “reimaginar” el Día de acción de gracias, o tal vez deshacerse de él por completo.
Estas llamadas provienen en gran parte de la idea predominante de que la fiesta del Día de acción de gracias surgió como una forma de conmemorar el llamado primer Día de acción de gracias en 1621 en Plymouth en la Colonia de la Bahía de Massachusetts, cuando los peregrinos que habían llegado en el Mayflower el año anterior – es decir, la mitad de ellos, los que aún estaban vivos – realizaron un festín compartido con el pueblo nativo americano Wampanoag. Dado que la relación entre los nativos americanos y los colonos europeos blancos se volvería más tarde menos amistosa y más compleja y eventualmente resultaría en trágicas consecuencias, especialmente para los nativos americanos, ahora se sugiere que debemos “renovar la imagen” del Día de acción de gracias, si no cancelarlo por completo. [P.ej., se señala que en otras ocasiones posteriores los colonos dieron gracias por la victoria en batalla sobre enemigos nativos; pero ¿realmente debemos suponer que las tribus nativas americanas eran diferentes de todas las demás culturas en la historia del mundo y no dieron gracias por sus propias victorias?]
Pero ¿si esa idea del origen de la fiesta de Acción de gracias es en sí misma es una gran idea equivocada? ¿Qué pasaría si las personas principalmente responsables de la creación de la tradición estadounidense del Día de acción de gracias – especialmente Sarah Josepha Hale y Abraham Lincoln en el siglo XIX – no estuvieran pensando en peregrinos e indios sino en algo completamente diferente?
Sin duda usted ha oído hablar de Lincoln, aunque quizás no sepa que declaró el jueves 26 de noviembre de 1863 (hoy hace 159 años) como “un día de acción de gracias y alabanza a nuestro benévolo Padre quien mora en los Cielos”, la primera de una serie ininterrumpida de proclamaciones de Acción de gracias de nuestros presidentes hasta nuestros días. [Para que conste, ¡George Washington también emitió una proclamación de Acción de gracias en 1789 para esa misma fecha del 26 de noviembre!]
Puede que usted no conozca a Sarah Hale, pero fue una mujer muy influyente en la época de Lincoln, entre otras cosas la editora de Godey’s Lady’s Book (una revista para mujeres). Abogó durante muchos años por el establecimiento de una celebración nacional de Acción de gracias. Lincoln fue el quinto presidente al que solicitó sobre este tema, pero el primero en responder favorablemente.
La pregunta vital, entonces, es qué motivó a Sarah Hale y Abraham Lincoln y otros de su época a establecer esta tradición de una fiesta anual y nacional de Acción de gracias. ¿Fue para conmemorar ese “primer Día de acción de gracias” allá por 1621? ¿Deberíamos aceptar ciegamente afirmaciones audaces como esta que apareció en la edición del 2 al 9 de diciembre de 2019 de la revista Time en un artículo titulado “La forma en que los niños estadounidenses están aprendiendo sobre el ‘primer Día de acción de gracias’ está cambiando”? [https://time.com/5725168/thanksgiving-history-lesson/]:
“De manera crucial, la campaña de Hale para la fiesta de Acción de gracias estaba explícitamente vinculada a la historia de Plymouth.”
¿O qué tal esta que apareció en The Boston Globe el 18 de noviembre de 2007?:
“Durante la sangrienta Guerra Civil, Abraham Lincoln mezcló el mito sentimental de los peregrinos y los indios compartiendo una fiesta de la cosecha con la necesidad pública de celebrar la unidad nacional.”
¿En serio? He leído todos los editoriales de Sarah Hale sobre el tema del Día de acción de gracias que puedo encontrar, así como su descripción de la fiesta en su novela Northwood. He leído todas las proclamaciones de nuestros primeros presidentes para los Días de acción de gracias (Washington en 1789 y 1795, Adams en 1798 y 1799 y Madison en 1815). He leído la carta de Sarah Hale a Lincoln. Y he leído las proclamaciones de Acción de gracias de Lincoln en 1863 y 1864 (así como otras dos relacionadas con victorias militares específicas). En ningún caso he encontrado una referencia al “primer Día de acción de gracias” en 1621. ¿Quizás es por eso que los autores de las afirmaciones antes mencionadas no proporcionan fuentes para ellas?
Pero si Hale, Lincoln y sus compatriotas no estaban conmemorando ese acontecimiento de hace mucho tiempo, ¿cuál era el propósito del Día de acción de gracias? Sencillamente, era para dar gracias a Dios por las bendiciones que les había otorgado en su propio tiempo, bendiciones que ellos mismos habían experimentado.
Sarah Hale sí vinculó explícitamente la idea del Día de acción de gracias estadounidense a algo: no a Plymouth en 1621, sino a dos de los festivales de peregrinación judíos, la Fiesta de las Semanas (también conocida como la Fiesta de la Cosecha o la Fiesta de Pentecostés) y la Fiesta de la Recolección (también conocida como la Fiesta de los Tabernáculos o la Fiesta de las Cabañas), ambas de las cuales dan gracias por la provisión (¡actual!) de Dios. También argumentó que tener un Día de acción de gracias el mismo día en todos los estados y territorios serviría para traer una mayor unidad a la nación.
Asimismo, cuando habló del origen de la costumbre de celebrar el Día de acción de gracias en Nueva Inglaterra en su novela Northwood, el enfoque se centró en el “aquí y ahora”, y aunque menciona a los peregrinos, no menciona a los indios. Se refiere a un momento en que los peregrinos que residían en el nuevo asentamiento de Boston casi se habían quedado sin comida y sus líderes pidieron un ayuno, pero luego “llegó un barco de Londres cargado de provisiones, y así el ayuno fue cambiado en Acción de gracias”. Pero a continuación Hale se esfuerza por explicar que la costumbre moderna (en su tiempo) es:
“No con ningún propósito de celebrar ese acontecimiento. Se considera como un tributo apropiado de gratitud a Dios el apartar un día de Acción de gracias cada año; y el otoño es el momento en que los graneros rebosantes de América piden esta expresión de gozosa gratitud”. [énfasis añadido]
Vemos nuevamente que el enfoque no estaba en un acontecimiento de hace mucho tiempo – ya sea una comida compartida entre peregrinos e indios o la llegada providencial de un barco cargado de provisiones – sino más bien en las bendiciones más recientes realmente experimentadas por la gente.
Y este es precisamente el enfoque de la proclamación de Acción de Gracias de 1863 del presidente Lincoln también, la cual comienza con las palabras: “El año que se acerca a su fin ha estado lleno de bendiciones de cosechas fructíferas y aires saludables.” [énfasis añadido]
Continúa enumerando varias recompensas “extraordinarias”:
“En medio de una guerra civil de una magnitud y dureza nunca vistas antes, la cual a veces ha invitado y ha provocado la agresión de Estados extranjeros, la paz ha sido preservada con todas las naciones, el orden ha sido mantenido, las leyes han sido respetadas y obedecidas, y la armonía ha preponderada por todas partes salvo en la esfera del conflicto militar; mientras que esta esfera ha sido muy reducida por el avance de los ejércitos y las marinas de la Unión. Desvíos necesarios de riqueza y de fuerza desde la industria pacífica hasta la defensa nacional, no ha parado ni el arado, ni la lanzadera, ni el barco; el hacha ha aumentado las fronteras de nuestras colonias, y las minas … han rendido aún más abundantemente que antes.
“La población ha aumentado constantemente, a pesar del derroche que ha ocurrido en el campo militar, el asedio y el campo de batalla; y el país, regocijándose en la conciencia de fuerza y vigor aumentados, se permite esperar una continuación de años con un gran aumento de libertad.”
No hay absolutamente nada acerca de 1621 allí; en cambio, todo se trata de su propio tiempo. Lincoln continúa señalando que estas bendiciones no fueron el resultado del esfuerzo humano, sino “son las dádivas benévolas del Dios Altísimo quien, mientras trata con nosotros con enojo por nuestros pecados, sin embargo se ha acordado de la misericordia.”
Concluye llamando a todos los estadounidenses, tanto dentro del país como en el extranjero, a reconocer estas bendiciones y “a apartar y guardar el último jueves del próximo mes de noviembre, como un día de acción de gracias y alabanza a nuestro benévolo Padre quien mora en los Cielos”, mientras
“que también con penitencia humilde debido a nuestra perversidad y desobediencia, confíen a su cuidado tierno a todos aquellos que han quedado huérfanos, viudas, de luto o han sufrido en la lucha civil lamentable en que estamos ocupado inevitablemente, e imploren con fervor la interposición de la Mano Todopoderosa para sanar las heridas de la nación y restaurarla tan pronto como sea conforme a los propósitos divinos para el gozo completo de la paz, la armonía, la tranquilidad y la Unión.”
La proclamación de Acción de gracias de Lincoln de 1864 es más de lo mismo, comenzando con la frase reveladora: “A Dios Todopoderoso le ha placido prolongar un año más nuestra vida nacional…”, seguido de una enumeración de las bendiciones del año pasado y un llamado a la gente a responder dando gracias a Dios, humillándose ante él y orando “para el regreso de las inestimables bendiciones de la paz, la unión y la armonía por toda la tierra”.
[Se puede leer el texto completo de las dos proclamaciones de Acción de gracias de Lincoln (en inglés) aquí.]
Así vemos que Sarah Hale, Abraham Lincoln y otras personas principalmente responsables de la creación de nuestra celebración anual nacional del Día de acción de gracias no estaban motivados por conmemorar algún evento lejano (y controvertido), sino por el deseo de dar gracias a Dios por las bendiciones que ellos mismos habían experimentado en su propio tiempo. Si este último también es nuestro deseo, entonces no hay razón para “cancelar” el Día de acción de gracias.
Esto no quiere decir que no debamos ampliar nuestra comprensión de la historia incorporando otras perspectivas. Después de todo, lo que parece ser una “bendición” para una persona puede no ser visto como tal por otra. Al mismo tiempo, esas otras perspectivas deben basarse en hechos históricos, no en presunciones o imaginaciones. Solamente así nuestra historia nos ayudará a descubrir la verdad y a unirnos como pueblo, en lugar de generar confusión, ignorancia y desunión.
Una nota final: Si Lincoln y la gente de su época pudieran reconocer las amplias bendiciones recibidas de Dios en medio de los oscuros días de la Guerra Civil, se deduce que nosotros también deberíamos ser capaces de encontrar cosas por las que estemos agradecidos a pesar de nuestras propias pruebas y dificultades, ya sea como nación, comunidad, familia o individuo.
Que tengan una fiesta de acción de gracias verdaderamente bendecida mientras recuerdan las muchas bendiciones de Dios del año pasado.
Kevin J. Wood
el 26 de noviembre de 2022