El 22 de diciembre de 1864, el General unionista William T. Sherman escribió la siguiente nota, ahora famosa, al Presidente Lincoln: “Le ruego que me permita presentarle como regalo de Navidad la ciudad de Savannah con 150 armas pesadas y mucha munición y también unos 25.000 fardos de algodón”. La nota fue enviada por barco a Fort Monroe en Virginia y luego telegrafiada al Departamento de Guerra en Washington D.C. el día de Navidad. Fue transcrita y entregada al Presidente ese mismo día.
Lincoln estaba eufórico al oír la noticia. Respondiendo el día siguiente, comenzó: “Mi querido General Sherman. Muchas, muchas gracias por su regalo de Navidad – la toma de Savannah”. El Presidente estaba asimismo sumamente aliviado, puesto que Sherman se había aislado de sus líneas de suministro y de comunicación cuando emprendió su arriesgada “Marcha hacia el mar” más de un mes antes: “Cuando usted estaba dejando Atlanta para la costa atlántica, yo estaba ansioso si no temeroso; pero sintiendo que usted era el mejor árbitro, y recordando que ‘nada arriesgado, nada ganado’ no interferí”.
Lincoln puede haber tenido dudas acerca de la política de “tierra arrasada” de Sherman – hacer que los ciudadanos sureños que apoyaban la rebelión “sintieran la mano dura de la guerra” – pero no las mencionó en ese momento. En cambio, escribió acerca de la importancia de la victoria: “Ahora, siendo el proyecto un éxito, la honra es toda suya; pues creo que ninguno de nosotros hizo más que asentir. Además, sumando el trabajo del General Thomas a la cuenta, como es debido, es ciertamente un gran éxito. No solamente ofrece las ventajas militares obvias e inmediatas; pero, en mostrar al mundo que su ejército podía dividirse, poniendo la parte más fuerte a un nuevo servicio importante, y, sin embargo, dejando lo suficiente para vencer a la vieja fuerza de oposición del conjunto – el ejército de Hood – lleva a aquellos que estaban sentados en tinieblas, a ver una gran luz.” [El General unionista George Henry Thomas había derrotado recientemente al General confederado John Bell Hood en la batalla de Nashville.]
Esta última frase, escrita en una época en la que la población en general – y sin duda el propio General – conocía bien la Biblia, habría traído inmediatamente a la mente un pasaje de los Evangelios. Se dice que el inicio del ministerio terrenal de Jesús cumplió una profecía de Isaías sobre la tierra de Galilea, y sobre los gentiles en general: “El pueblo asentado en tinieblas ha visto una gran luz, y a los asentados en la región y sombra de muerte una luz les ha resplandecido” (Mateo 4:16).
La elección por parte de Lincoln de esta referencia bíblica en particular, en el contexto de la época navideña, fue presuntamente intencional y ciertamente apropiada. La navidad señala, al fin y al cabo, la venida al mundo de esa gran luz, el Mesías, el que más tarde se referiría tanto a sí mismo como a sus discípulos como “la luz del mundo”.
En el contexto inmediato, sin embargo, ¿a quién se refería Lincoln con “aquellos que estaban sentados en tinieblas”? Al parecer, a todos los del Norte y aún más del resto del mundo que habían estado “a oscuras” (desinformados) sobre si Grant, Sherman, Thomas y compañía llegarían a estar en condiciones algún día de dar ese golpe final y mortal a la tenaz Confederación. Esta gran victoria permitió a todos “a ver la luz al final del túnel”; ¡el final de la guerra estaba finalmente a la vista!
Esto también concuerda bien con la conclusión de Lincoln en su respuesta a Sherman: “Pero, ¿ahora qué? Supongo que será mejor que deje al General Grant y a usted decidir. Por favor, transmita mis sinceros agradecimientos a su ejército entero, a los oficiales y soldados. Atentamente, A. Lincoln.”
Que la misma sensación de gran luz y esperanza que caracterizó la Navidad de Lincoln en 1864 sea nuestra también en 2015.
Kevin J. Wood
el 23 de diciembre de 2015