Las cosas no le iban muy bien al presidente Abraham Lincoln en la primavera de 1864. La Guerra Civil se había prolongado durante tres años, sin final a la vista. La población del norte, ya muy cansada de la guerra, estaba horrorizada por las fuertes pérdidas del General Grant a principios de mayo en la ‘Batalla de la espesura’ y por la posibilidad de la continuación de tales pérdidas en una sangrienta guerra de desgaste.
Además, el Partido Republicano no apoyaba a Lincoln de manera unánime. Los llamados ‘republicanos radicales’ estaban especialmente interesados en encontrar un candidato alternativo para la elección presidencial de 1864. Estos firmes abolicionistas no creían que Lincoln estuviera actuando lo suficientemente rápido en el tema de la emancipación, y pensaban que su plan de reunificación con el Sur tras la guerra era demasiado conciliador. Salmon Chase, el ambicioso Secretario del Tesoro de Lincoln, había sido la primera opción de los republicanos radicales para reemplazar a Lincoln, pero este plan se vio frustrado a principios de la primavera cuando se expuso la duplicidad de Chase.
Una vez que Chase ya no era una opción, pronto se hizo evidente que Lincoln tenía el apoyo suficiente para ser nominado de nuevo en la convención republicana prevista para principios de junio en Baltimore (en la convención, el partido sería rebautizado el “Partido Nacional Unionista, debido a la inclusión de algunos de los demócratas que apoyaban la guerra). Sin tiempo que perder, una facción disidente de unos cuatrocientos republicanos radicales celebró una convención alternativa el día 31 de mayo con el fin de nominar a otro candidato más a su gusto. Optaron por John C. Frémont, el famoso explorador del occidente de EE.UU. (el “Encuentracaminos”), el candidato presidencial republicano en 1856 (cuando fue derrotado por el demócrata James Buchanan) y un general de la Guerra Civil. El nuevo partido fue apodado el “Partido de la Democracia Radical”.
Cuando le informaron a Lincoln de los resultados de esta convención alternativa, tomó su Biblia del escritorio y empezó a buscar un pasaje en particular, el cual pronto encontró. Entonces leyó en voz alta de 1 Samuel 22 – es decir, “Primero de Samuel” – el relato de David y la compañía de hombres que se unió a él en una cueva cuando lo perseguía el rey Saúl. El pasaje concluye como sigue: “Y todo el que estaba en apuros, y todo el que estaba endeudado y todo el que estaba descontento se unió a él, y él vino a ser jefe sobre ellos; y había con él unos cuatrocientos hombres”.
Sin decir nada más, Lincoln había aportado su opinión de los cuatrocientos hombres quienes se habían unido a Frémont, concretamente que eran unos descontentos desesperados. La revista Harper’s Weekly parecía estar de acuerdo, observando que la convención “era el trabajo en parte de hombres enojados e intrigantes, en parte de hombres impracticables.” Por cierto, esta convención de republicanos descontentos que querían derrocar el “establecimiento” (la clase dirigente) – Lincoln en particular, pero también el Secretario de Estado William Seward y otros – tuvo lugar en Cleveland, Ohio.
Su candidato, John C. Frémont, ha sido descrito como, entre otras cosas: polémico, impetuoso, contradictorio y un descarado autopromotor. Adquirió inmensas riquezas, pero también experimentó espectaculares fracasos de negocios y fue objeto de muchos pleitos. Antes de unirse al nuevo Partido Republicano, había estado más alineado con los demócratas, habiéndose casado con la hija del poderoso senador demócrata Thomas Hart Benton de Missouri. Benton y Frémont lucharon juntos por la doctrina del “Destino manifiesto”, el movimiento expansionista que podría, igual de fácilmente, haberse llamado “América (EE.UU.) primero”.
Ah, y a Frémont no le gustaban los mexicanos, de haber luchado contra ellos en la Guerra méxico-americana. En un incidente infame en California, Kit Carson preguntó a Frémont si tres mexicanos desarmados debían ser tomados presos, y Fremont respondió: “No tengo sitio para presos.” El posterior asesinato de los tres hombres, todos miembros de respetadas familias, fue ampliamente difundido durante la campaña presidencial de 1856, dañando la imagen de Frémont. No fue de mucha ayuda el hecho de que Frémont también hubiera sido condenado una vez por rebelión, desobediencia y mala conducta militar por haberse proclamado a sí mismo gobernador militar de California (estos cargos fueron conmutados posteriormente por una baja deshonrosa). Tal vez no es de extrañar que años más tarde, durante la Guerra Civil, el general Frémont fuera acusado de actuar de manera autocrática y finalmente fuera despedido por Lincoln por insubordinación – entre otras cosas, por emancipar unilateralmente a los esclavos en su jurisdicción (esto mucho antes de la proclamación de emancipación de Lincoln) – y por asuntos de corrupción en la adquisición de suministros.
Que conste que todo esto no quiere decir que Frémont no tuviera sus puntos buenos, ni que cierto candidato más reciente no tenga sus propios puntos buenos. Es simplemente que los puntos mencionados parecen ser particularmente intrigantes.
Por cierto, Fremont abandonó su campaña en septiembre de 1864, cuando las posibilidades de Lincoln mejoraron repentinamente tras la caída de Atlanta. Pero fiel a su costumbre, lo hizo de una manera que le permitió vengarse de un enemigo político, pues Lincoln aceptó a regañadientes despedir al Ministro de Correos, Montgomery Blair. Quitado de en medio a Frémont, Lincoln derrotó con facilidad a otro famoso general de la Guerra Civil, George B. McClellan, para convertirse en el primer presidente en ser reelegido en más de treinta años.
el 20 de julio de 2016