Lincoln y el Tribunal Supremo (II): Lo correcto que hacer

En esta fecha en 1864, murió el presidente (“Chief Justice”) del Tribunal Supremo de los EE.UU., Roger Taney.  Quedaban solamente 27 días hasta las elecciones presidenciales del 8 de noviembre.  El Partido Republicano del presidente Lincoln tenía mayoría en el Senado, que debe aprobar las nominaciones al Tribunal Supremo.  ¿Le suena familiar la situación?

Kamala Harris ofreció su propia interpretación de la situación durante el debate vicepresidencial de la semana pasada dando una “lección de historia”:

“Abraham Lincoln era un candidato para ser reelegido.  Y era 27 días antes de la elección.  Y se abrió un escaño en el Tribunal Supremo de los Estados Unidos.  El partido de Abraham Lincoln estaba a cargo no solamente de la Casa Blanca sino también del Senado.  Pero el honesto Abe dijo: ‘No es lo correcto.  El pueblo estadounidense merece tomar la decisión sobre quién será el próximo presidente de los Estados Unidos, y luego esa persona podrá seleccionar quién servirá en el tribunal más alto del país’”.

¿En realidad dijo Abraham Lincoln eso?  Quizás de mayor importancia, si hubiera perdido las elecciones, ¿habría permitido que su sucesor eligiera al nominado?

Es cierto que Lincoln no presentó una nominación al Senado hasta después de la elección.  Pero la razón por la que se retrasó no fue para que quienquiera que el pueblo eligiera pudiera elegir al nominado, ni tampoco pronunció la declaración que le atribuyó la Sra. Harris.  En cambio, la razón por la que no presentó una nominación probablemente fue simplemente porque el Congreso no estaba en sesión.  El Congreso volvió a reunirse el 5 de diciembre y Lincoln – para ese momento reelegido – hizo llegar la nominación para Salmon Chase al día siguiente.

De hecho, el mismo día en que Taney falleció, se le preguntó a Lincoln si iba a nombrar a un sustituto para un juez de distrito que había fallecido unas semanas antes (Albert S. White).  ¿La respuesta de Lincoln?  “Me inclino ahora a aplazar el nombramiento del juez hasta la reunión del Congreso” (énfasis añadido).  Su otra opción no era diferir para que el ganador de las elecciones pudiera decidir; era hacer un nombramiento de receso en la ausencia del Congreso, algo que de hecho hizo para llenar una vacante anterior del Tribunal Supremo (la ocupada por David Davis, más tarde confirmado por el Senado a través de un nombramiento regular, enviado, podríamos agregar, el mismo día en que el Senado volvió a reunirse).

Lo máximo que se podría decir es que Lincoln retrasó dar a conocer a un nominado hasta después de las elecciones para no alienar innecesariamente a los posibles nominados y sus seguidores.  Quería que Chase, así como Montgomery Blair y otros, hicieran campaña por él para ayudar a asegurar su reelección. Algunos han sugerido que la reelección de Lincoln era inevitable dados los resultados de ciertas elecciones estatales que tuvieron lugar a mediados de octubre.  Pero Lincoln no lo vio de esa manera; hizo su propio cálculo en ese momento, quizás el peor de los casos, dándole 117 votos electorales y su oponente 114.

¿Y si Lincoln hubiera perdido las elecciones?  ¿No es posible que, en palabras de la Sra. Harris, él hubiera “hecho lo correcto” y se hubiera abstenido de hacer una nominación, permitiendo que el ganador de la elección hiciera esa elección?

El oponente de Lincoln fue el demócrata George B. McClellan.  La plataforma del Partido Demócrata para las elecciones de 1864 arremetió contra el “fracaso” de la administración de Lincoln “en restaurar la Unión mediante el experimento de la guerra, durante la cual, bajo el pretexto de una necesidad militar de poder de guerra superior a la Constitución, la Constitución misma ha sido ignorada en todos sus aspectos, y la libertad pública y los derechos privados han sido pisoteados por igual.”  No enumeraron las formas en la que la administración supuestamente había hecho caso omiso de la Constitución, pero la principal de ellas fue sin duda la Proclamación de Emancipación, una autodenominada “medida de guerra adecuada y necesaria” y “un acto de justicia, autorizado por la Constitución, por necesidad militar”.

La plataforma demócrata pasó a exigir el restablecimiento de la paz sobre la base de la Unión federal de los Estados, resolviendo además “que el fin y el objeto del Partido Demócrata es preservar intactos la Unión Federal y los derechos de los Estados”.  ¿Había algún derecho estatal más amenazado que el de la esclavitud?

En la carta de McClellan en la que aceptó la nominación, señaló: “La preservación de nuestra Unión fue el único objetivo declarado por el cual se inició la guerra.  Debería haber sido llevada a cabo por sólo ese objeto.”  Dijo que una vez que estuviera claro que los rebeldes estaban listos para la paz, deberíamos esforzarnos “para asegurar esa paz, restablecer la Unión y garantizar para el futuro los derechos constitucionales de todos los Estados.  La Unión es la única condición de la paz – no pedimos más.”

Fue la Proclamación de Emancipación la que había marcado la adición de un segundo objetivo a la guerra, el de abolir la esclavitud.  McClellan y los demócratas querían volver al único objetivo de la preservación de la Unión, y nada más.

Los demócratas en general, y McClellan en particular, creían que la Proclamación de Emancipación era inconstitucional.  Si McClellan hubiera sido elegido presidente el 8 de noviembre, ¿habría sido para Lincoln “lo correcto que hacer” el abstenerse de nominar a alguien para que McClellan pudiera hacerlo?  McClellan habría designado a alguien que creyera como él, que la Proclamación de Emancipación era inconstitucional, o si eso no fuera posible dada la composición del Senado, al menos a alguien mucho menos radical que Chase en los temas de emancipación, abolición e igualdad para los americanos negros.

Lincoln consideró la Proclamación de Emancipación su acto más importante; según los informes, dijo: “Nunca, en mi vida, me sentí más seguro de que estaba haciendo lo correcto que al firmar este documento”.  Si hubiera perdido las elecciones de 1864 ante McClellan, ¿hay alguna duda de que habría seguido adelante y habría nominado a Chase para presidente del Tribunal Supremo de todos modos, sabiendo que Chase defendería no solo la Proclamación de Emancipación sino también la pendiente decimotercera enmienda a la Constitución, que aboliría la esclavitud de una vez por todas?  Para Abraham Lincoln, ¡eso habría sido “lo correcto que hacer”!

Para obtener más información sobre las nominaciones de Lincoln al Tribunal Supremo – cinco en total – y su gran impacto en el tribunal, vea este artículo de blog de hace dos años: “Lincoln y el Tribunal Supremo: Poco drama, mucho impacto”.

Kevin J. Wood

el 12 de octubre de 2020

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